domingo, 10 de junio de 2012

La innombrable

Hoy desperté aturdida de imágenes que iban y venían por mi mente. Pensamientos, experiencias, ideas.

Pensaba en el valor de una sonrisa. En lo tanto que cambia un momento. Sonreí, que todo lo malo pasa, que las cosas se disfrutan mas, que podés contagiarla y que hace muy bien.

Pensaba en aceptarme, si sonrío también me acepto. Acepto que tengo defectos, que no puedo cambiar ciertas cosas de mí, pero puedo usar mis virtudes para defenderme cuando tenga que lidiar con ellas.

Acepto mis necesidades como mujer, como artista, como persona, lo que se que puedo darme y lo que necesito que me den, pensado siempre en lo inmaterial. Aceptate, vas a poder vivir mas liviana, vas a poder tomar el control sobre tu vida, vas a poder fluir y dejar que las cosas sean.

Pensaba en el infinito. ¿La vida no es eso? En el inútil sentido de las barreras, que me impusieron y que yo misma me impuse. ¿Para que? Si todo sigue, el camino a la larga no tiene final, las cosas nunca terminan de terminar.

Pensaba en la muerte. No es que me vaya a morir ahora, pero se que en algún momento me toque. Quizás nos preparemos para eso. Quien sabe. Pero bueno, como nunca sabré cuándo va a ser, me propongo vivir disfrutando cada momento como si fuera el último. No tiene sentido vivir pensando en el mañana, porque no estaría aprovechando el presente. Aceptar las cosas que se me presentan y sacar lo mejor de ellas, sería como sacarle jugo a la vida.

"No hay como tener lo que se desea en la mano" decía un personaje de una novelita que leí hace poco de Ángeles Mastretta.

Aceptar y disfrutar, es eso en resumen.


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