lunes, 11 de junio de 2012

Dejarse ser...

Me gané el premio de la mujer que mejor sabe expresar en su andar, su estado de ánimo. Y eso no está bueno, a veces.

Siempre tuve ese gran dilema con mis supervisores en el trabajo. Cuando tenían que decirme algo malo, yo expresaba inconscientemente mi rechazo hacia lo que me reprochaban. Quizás esa era mi forma de contestarles. La realidad es que hoy en día me sigue pasando. Mismo en la relaciones, no puedo esconder mis sentimientos, no puedo ocultarme. Si me siento incómoda, se van a dar cuenta, si estoy feliz también. A veces pienso que me dejo leer fácil, y eso hace que muchas personas puedan juzgarme, porque les estoy contando con mis gestos, una parte de mí. Puedo también lastimar sin darme cuenta.

Por otro lado, siempre tuve la facilidad para conectarme con las personas, mas porque me gusta hablar y puedo encontrar de qué hablar y con quien, por curiosidad por conocer experiencias, por aprovechar al máximo lo que en la vida se me presenta. La curiosidad mató al gato dicen. So here I am!

Mostrándome así permito que se rompa lo que me limita con las ellas, es decir, dejo que las personas puedan ser. Y hay veces que no estoy de humor para ser tolerante con las personas cuando se muestran como son. Hay veces que es lo mejor es o yo ponerme un límite y así no mostrarme tanto, o que la otra persona se lo autoimponga.

El problema radica ahí, cuando -dejo ser- a la persona y esa persona no sabe frenarse, y me encuentro tratando de frenar eso que yo misma generé. Termino charlando sobre temas que no imaginaba, viviendo experiencias nuevas, que está buenísimo. Pero no tanto. Muchas veces una cosa va llevando a la otra y es mejor no dejarme llevar porque probablemente, pierda mi eje y termine preguntándome - ¿cómo llegué hasta acá? ¿qué estoy haciendo?- ¿porqué? rodeando en mi rulosa cabeza.

Las respuestas serían: por que me estoy dejando llevar, por curiosidad, por conocer, porque no quiero pensar, porque creí que era la mejor forma de aprovechar el tiempo. Lo mismo, la curiosidad me mata, pero también tengo que aprender a saber cuándo hablar.

O sea esta buenísimo no pensar y vivir el momento, pero hay veces que es necesario parar la marcha. Agarrar el machete interno, estilo mapa de viaje, y decir. -Pará, pará, pará! -¿a dónde era que tenía que ir? huy me pasé! ¿cómo hago para retomar el camino? listo, voy a tomar esa ruta! Ser honesta conmigo misma, y escuchar lo que me dicta el corazón. Y con globitos de amor también.
Es difícil viajar cuando no se tiene destino, he ahi el gran dilema! Habrá que buscar uno! O simplemente no viajar.

Y sí quiero conocerme a mí misma ¿Cuál es el mejor camino para hacerlo? Creo que no hay caminos para eso, tengo que ir descubriéndolos, y si creo que ese no es el camino, buscar otro.

En conclusión, ir tranqui, con mapa en mano, descrubriéndome de a poco, sin necesidad de llegar a extremos, teniendo claro el objetivo. Hablar cuando crea que sea necesario, tomarme el tiempo para frenar y para arrancar también.

Buscando mi kit básico de leyes para que sea mas liviano mi andar...



No hay comentarios:

Publicar un comentario