martes, 6 de diciembre de 2011

El encanto de Urquiza no cambiará durante las demoliciones

El encanto de Urquiza no cambiará durante las demoliciones, eso quizá diría Arlt en estos tiempos de transformación.

Urquiza crece, y yo también. Se empiezan a construir nuevos departamentos sobre cimientos de pintorescos chalets con sello de barrio. Viejas historias que dormirán debajo de este suelo, nuevas historias que nacerán próximamente. Se inaugurarán anécdotas y recordarán aquella vieja Urquiza.

Quizá -demolición- también implique dejar atrás el pasado, dejar atrás esa construcción que alguna vez fue creada. Donde sucedieron cosas, donde hubo vida. Un espacio que cumplió su fecha de vencimiento e inevitablemente se tiene que aplastar para dar lugar al crecimiento, es decir, a lo nuevo.

Demolición es la manera mas cruda de ver los cambios. Pareciera que uno cambia y listo, es otra persona, que se viste distinto, y blah blah blah blah blah. Dejar atrás algo es parte del cambio, es inconsciente, pero uno demole.

¿Qué estaré demoliendo yo? ¿Qué habré demolido en este tiempo? Debe ser que hubo un momento en el que estas casas ya no pudieron crecer mas y quizá cualquier construcción sobre la misma iba a terminar deteriorando la casa.

Me da angustia ver las casas en preparación de demolición, se pierde un espíritu que contaba que hubo casitas con personas que se instalaron lejos de la urbe a habitar costumbres de sus familias.

Quizá me sienta como una de estas casitas en ese -recuerdo lindo- de saber que hubo un barrio con costumbres, o quizá me sienta también como un nuevo edificio, que pone cimientos en algo que hubo y que no está mas, en algo que no sabe como va a ser, pero está creciendo. Y sabe que hubo un chalet con viejas historias pero quiere que habiten nuevas, y trata de transmitir ese pasado, ese -lindo recuerdo- y costumbre que le dejan las casitas, a familiares, a la nueva generación de habitantes.

¿Cómo se evoluciona sin dejar atrás esas viejas costumbres? ¿Cómo se persiste a la esencia cuando uno es el que se transforma?

Si la esencia persiste, entonces no dudo de que Urquiza, no perderá su encanto durante las demoliciones.

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